viernes, 3 de agosto de 2012

Especial Berlín, paraíso de los tragones (I)

Durante mis vacaciones de este año, he descubierto que no sólo se come mal en los sitios en los que pensaba, sino que hay grandes imperios de la comida barata por toda Europa. Berlín es uno de ellos, con sus innumerables currywurst y kebaps a precios MUY populares.

Además de esos manjares, podemos encontrar pequeños tesoros en los "chinos" (no regentados por chinos, de ahí las comillas) de toda la capital germana. A continuación voy a hacer las reviews de dos de ellas:

Carazza, el snack de pizza que odiarás haber probado.

Carazza es lo que se te va a poner comiendo esto
Carazza (venga va, vamos a ponerle un nombre que suene italiano) es una especie de bollo relleno de los ingredientes 'primigenios' de la pizza, a saber: Salami, tomate y queso (o huevo, no estoy seguro). Esta delicia se nos presenta en un envase individual opaco que nos hace creer que vamos a comer comida de astronauta. Nada más lejos de la realidad, de hecho el sindicato de astronautas hizo una huelga en los años 70 para que nunca más se volviera a introducir Carazza en los cohetes espaciales. 

Una vez lo sacas del envase (perdón por el desenfoque), los nervios se apoderan de ti y piensas: ¿lo tiro directamente y pierdo un euro, o me lo como y pierdo un mes de vida? Bah, ¿quien dijo úlcera? El aspecto es de un híbrido entre un bollo inócuo y una hamburguesa de un euro del Mc Donalds pero sellada por los bordes y que no puedas ver lo que tiene dentro antes de moderlo impresiona, es la misma sensación que tenía cuando me metía en la boca los chicles rellenos de líquido que vendía antes. "¿Me chorreará?" es lo que se te pasa por la mente un segundo antes. Pues bien, no sólo no chorrea, sino que te seca la boca, el pan probablemente está hecho con esponjas recicladas de un geriátrico y el relleno estaba seco antes de que se inventase la pizza original.

Me recuerda al bicho de Alien pegado a la cara del sujeto.

Después de unos tragos de cerveza alemana para pasarlo, te encuentras peleando con otro bocado del pseudo-manjar intentando adivinar que sabores tienes en la boca en ese momento: Sobrasada? bacon? huevo, queso? no, espera, ahí hay algo de salsa de tomate! dios mio, cuánto tiempo llevará ahí dentro y como se ha mantenido fresca? Lo mejor es no hacerse preguntas y engullirlo cual homer Simpson pasado por cerveza. 

Una vez acabada la degustación, nos queda el sabor de haber comido una pizza en la boca, pero sin haberla comido, es decir, la parte mala. Por un euro tienes aliento a pizza y la seguridad de que has ingerido algo que no te va a hacer nada bueno a tu organismo.

Riguroso análisis científico de la pieza

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